Soc. Issam Madi
EL TURISMO EN LA GRAN SABANA
El turismo en la Gran Sabana es una actividad prospectiva ya que responde a la incertidumbre de un conjunto de factores, cada uno de los cuales tiene sus propios objetivos, sin estrategia y construcción de un modelo lógico de integración.
Ello responde a la propia disfuncionalidad de las instituciones que a lo largo de los diferentes gobiernos no han logrado integrar un proyecto de cohesión social, en el cual participen asertivamente la sociedad civil y la etnia pemón. En 1972 se presentó el Plan de ordenación del Parque Nacional Canaima. El mismo no recibió recursos ni tuvo continuidad. En 1982 la Vicepresidencia de Planificación de la CVG contrató el primer estudio sobre el potencial turístico de la Gran Sabana tampoco tuvo trascendencia. En 1989 se organizó la Autoridad Gran Sabana para coordinar los proyectos que las instituciones públicas tenían para la zona orientada a promover la actividad turística. Tampoco tuvo ningún efecto práctico. El municipio Gran Sabana fue decretado en 1990 y nació inválido ya que no le entregaron los ejidos, los cuales finalmente fueron decretados por el gobierno del Presidente Caldera el 24 de Enero de 1999. El documento reposa aún en la Procuraduría General de la República a la espera que algún Alcalde solicite a la Corte Suprema de Justicia que ordene la entrega del mismo. Luego de 22 años y tres ordenanzas de turismo esta actividad pasó de recibir 78.000 turistas extranjeros en 1998 a apenas 14.000 en el 2011.
Una actividad de inversiones de escala intermedia, asequible a profesionales y ahorristas, donde participan exitosamente los pobladores pemón con sus hospedajes, restaurantes, artesanías, curiaras, guiaturas o porteadores. Amigable y protectora del ambiente, promotora de la cultura ecológica y étnica, cuyo efecto multiplicador la potencia como la principal actividad económica local. Actividad que depende del paisaje y por lo tanto del mantenimiento del ciclo de lluvias que alimenta la cuenca alta del río Caroní, y garantiza para el país, el recurso agua que mueve las turbinas de las represas hidroeléctricas, cuya generación de energía equivale a los 400.000 barriles diarios de petróleo, con un valor de 15 mil millones de dólares anuales, que la convierten en la segunda fuente de generación de riqueza del país en términos de producto interno bruto y en la primera del Estado Bolívar.
En la Gran Sabana a la par que ha disminuido el turismo, ha crecido la minería que pasó de 2 mil mineros artesanales en 1982 a 7 mil mineros que trabajan con equipos hidroneumáticos en la actualidad, incluyendo, tanto cooperativas como furtivos. La desaparición de 24 mil hectáreas de bosques y la sedimentación del lago de Guri han sido el resultado de la producción aurífera estimada en 90 millones de dólares anuales. Los cuales no se ven reflejados en inversión productiva sino más bien han alimentado el círculo vicioso de violencia, enfermedades, prostitución y alcoholismo.
La etnia pemón con un estimado de 25.000 miembros reclama 6 millones de hectáreas como linderos de sus hábitats, tierras ancestrales de sus antepasados cuando llevaban un estilo de vida nómada basado en la recolección, la caza y la pesca. En la actualidad son poblados sedentarios que reciben diferentes servicios y se han integrado a la cultura venezolana abandonando el nomadismo. Reclaman el control sobre la Gran Sabana basados en la Ley Orgánica de Etnias y Comunidades Indígenas, sin asumir la responsabilidad de su protección. Imponen tasas y cobros para acceder a los balnearios, en muchos casos sin la contraprestación de servicios o a transitar por sus caminos vecinales, los cuales, curiosamente, fueron abiertos por el gobierno. En nombre de su tradición no han educado a sus hijos en una cultura de prevención de la tala y la quema que a lo largo de 80 años ha afectado 60.000 hectáreas de bosques y quema de 400.000 hectáreas anuales de sabana.
La aquiescencia de las autoridades locales con las invasiones de Santa Elena de Uairén que han degradado la ciudad, comprometiendo la viabilidad de un centro urbano arquitectónicamente organizado y con servicios para sus pobladores y visitantes. Alentando con ello la inseguridad y todo en nombre de una supuesta necesidad social con lo cual un escenario natural de primer orden con un enorme potencial está siendo liquidado. A ello hay que agregar la carencia de servicios aéreos adecuados, una vía terrestre insuficiente y calamitosa que con su infinidad de alcabalas crea incertidumbre y la sensación de estar viajando por una región guerrillera con ocupación militar.
Hay una larga lista de elementos disfuncionales que hay que tratar en mesas de trabajo y no en una charla. Pero en general podemos decir que la historia moderna de Venezuela que comienza con la organización del Estado que deja de ser una república para transformarse en una nación, gracias a la renta petrolera que perciben los gobiernos desde 1914, ha sido una pugna entre civiles y militares. Venezuela ha pasado por gobiernos populistas como el de Carlos Andrés Pérez y el actual de Chávez y por gobiernos tecnócratas como el de Pérez Jiménez, y a todos ellos los ha caracterizado el desarrollo de una cultura política y social de control del Estado sobre el ciudadano convirtiendo a Venezuela en una sociedad conformista, desmotivada y con poca innovación tecnológica. Al punto que en la actualidad la nación depende más de la actividad productiva de otras naciones que del esfuerzo de los venezolanos. Lo cual nos hace débiles y vulnerables facilitando nuestra disgregación.
El populismo nacionalista social demócrata reconvertido en nacionalismo populista revolucionario ha generado una ideología de desdén hacia el extranjero. Ello se refleja en la falta de mística y atención hacia el visitante, en el abuso y robo descarado por parte de funcionarios públicos que deberían velar por su seguridad, y en la incomprensión de los compatriotas por los beneficios que aportan a nuestra economía y estabilidad.
En este contexto la actividad turística que tiene un enorme potencial está limitada. Una nación con una visión racional y eficiente de la actividad de este sector de la economía, impulsaría la protección de la cuenca, creando empleos, generando divisas, fortaleciendo la cultura autóctona, mejorando la estética de la ciudad con la calidad de sus construcciones y concientizando a los ciudadanos sobre la fragilidad del ambiente entre muchos otros objetivos.
El turismo proactivo es entonces el modelo de turismo sustentable que partiendo de la actual infraestructura disponible, que cuenta con 1.200 camas y multiplicadas por 365 noches sumarían la cantidad de 438.000 unidades anuales.
El eco-turista cuyo perfil los define como viajeros interesadas por el ambiente y la cultura. Se estima que puede dejar a la economía local la cantidad de $31.122.000, monto que se obtiene de calcular el gasto promedio diario que monta a $133 multiplicado por la cifra real de turistas que ingresaron a la zona en 1998 de 78.000 visitantes. Si comparamos con el situado municipal de $ 5.581.000 equivaldría al 18%, pero si calculamos el potencial real aumentaría dramáticamente, ya que tenemos en la actualidad una capacidad de atender 150.000 visitantes y facturar los 60 millones de dólares.
El turismo en la Gran Sabana fue impulsado desde sus inicios por emprendedores a mediados de la década de los 80, que desde entonces han mantenido con altibajos esta actividad. Las construcciones hoteleras comenzaron en los 90 y la red de servicios que nos conectaron por internet fue en los dos mil. Ello ha permitido desarrollar experiencia valiosa de trabajo en condiciones adversas y contra corriente, ya que las actuales autoridades gubernamentales no han apoyado, ni propiciado la actividad turística por el contrario nos han acusado de cualquier cantidad de patrañas presentándonos como seres viles, ya que al parecer cualquier actividad lucrativa es condenada moral y políticamente.
Evidentemente en ese escenario congelado sólo un conjunto de decisiones y una actitud asertiva por parte de instituciones y ciudadanos conscientes permitirá organizarnos, promover y prestar el servicio que satisfaga al visitante para que regrese y promocione nuestro destino, a la vez que esta actividad sea una fuente estable de ingreso y satisfacción para quién participa en la misma.
En este compromiso se deben involucrar instituciones públicas, sector privado, etnia pemón y ciudadanos a fin de tener un mismo objetivo: El progreso de la nación, la protección del ambiente y la satisfacción del ser humano.
Esta visión prospectiva que propone un cambio de actitud y una planificación lógica y racional de la actividad turística, requerirá de una nueva generación de venezolanos educados en una cultura de valores, en las cuales el ser humano tenga la capacidad de entender que sin el respeto por los demás no hay la posibilidad de crecimiento personal.
Es a partir de este punto que podemos entonces enfocar la prospectiva del turismo en la Gran Sabana. Partiendo de su conceptualización para dibujar el escenario que nos guía hacia su realización.
La Gran Sabana es el mercado natural para la aventura de montaña, sabana y etnológica del mercado internacional y brasileño en particular. Nuestro vecino tiene 94 millones de ciudadanos de clase media con capacidad de viaje de disfrute y placer. Y en la región amazónica en el eje Manaos – Boa Vista un millón de los mismos, interesados en el turismo de playa pero factible de combinar paquetes Salto Ángel- Margarita por Vía Aérea ó Gran Sabana vía terrestre. Para los jóvenes del sur de Brasil la legendaria conquista de la cima del Roraima se presentaría como un reto y una aventura única en sus vidas, ya que para ellos representaría la maravillosa y lejana montaña de cristal. Se estima que la población eco turista brasilera es de unos 8 millones de personas. Igualmente para Japón y varios países europeos tanto Roraima como Salto Ángel representan dos iconos importantes en sus objetivos de viaje. Igualmente para los observadores de aves y turismo científico la región ofrece grandes posibilidades. El turismo de interpretación y educativo tiene una oferta que ya es utilizada por algunos colegios pero que apenas representan el 1% de la capacidad actual.
Santa Elena de Uairén es la capital de la Gran Sabana con una población de 22 mil habitantes es una ciudad caótica y sin ninguna planificación. Anarquizada por las invasiones desde la época de Carlos Julio Macero en 1990, ha devenido en un centro sin identidad. No hay una ordenanza de fachada que mantenga y promueva la construcción de piedra de la catedral, ni un museo etnográfico del contexto étnico histórico pemón . Se han destruido tanto los morichales como los humedales y han desparecido los bosques de ladera que circundaban la ciudad. Un puente que comunique a Guayabal con el casco central es la construcción más urgente para descongestionar el caos vial. Así como un sistema de transporte urbano, papeleras para la basura y un programa de reciclaje de desechos que es fundamental para detener el deterioro ambiental.
Retomar el proyecto del año 1972 de desarrollar la ciudadela como epicentro del movimiento turístico de la zona oriental del Parque Nacional Canaima. En la actualidad existen varios factores que apoyarían el viejo proyecto tales como un aeropuerto asfaltado y una pista que permite la llegada de aviones de mayor capacidad de pasajeros. Hay extensión de sabana que no es parque nacional con acceso a agua y electricidad donde podría desarrollarse el centro turístico.
La ciudad de Santa Elena de Uairèn, se visualizó en los comienzos de los ochenta como centro geriátrico, aprovechando su clima templado, ideal para los jubilados de las empresas básicas de Guayana. Desarrollar una oferta en ese sentido puede ser factible si se decide ordenar el desorden de la misma. Ello incluye una planificación urbana de servicios, construcción habitacional, red de servicios médicos y emergencia, protección civil e institutos universitarios especializados en la formación de personal paramédico. Igualmente se consideró la creación de academias de lenguas donde se podía aprender el español acompañado de programas recreativos por la Gran Sabana. Ello iba a promover un ambiente bohemio que con sus cafeterías, tiendas de recuerdos, vida nocturna, etc. Iba a generar un movimiento económico importante.
Antes de finalizar hay que mencionar que la actividad minera seguramente nunca desaparezca de la cuenca. Por ello tal vez hay que demarcar áreas restringidas para la práctica de la minería de barra y suruca. Prohibiendo el uso de equipos hidroneumáticos. Este tipo de minería tiene su interés turístico, ya que muchos visitantes preguntan por esta faena.
Muchas Gracias